miércoles, 20 de mayo de 2015

Desventuras literarias II

Recordarán, oh fieles lectores, que hace unos días conté muy orondo que me había encontrado un libro de Mario Vargas Llosa abandonado en Puán.

Bueno, resulta que esta tarde tenía un parcial en la misma aula en la que encontré el libro la semana pasada. Apenas me senté, apareció en la puerta una chica que a viva voz se identificó como la dueña de un libro olvidado en esa misma aula la semana pasada. Uno de Vargas Llosa. Precisamente, La casa verde. Y preguntó si alguien lo había encontrado «hacete el gil, mirá para otro lado, que no se dé cuenta…», porque era un libro que necesitaba para hacer una monografía «diantres» y no iba a poder terminarla «recórcholis», y bueno, que por favor si lo tenían se lo devolvieran; que si no, lo iba a leer en la computadora «con mil demonios».
—Lo tengo yo —le batí. 

Arreglamos para que se lo lleve la semana que viene a la clase.

Así que no llegó ni a juntar un micrómetro de tierra y ya se va de mi bibliotequita.

Adiós, adiós. 

* snif *

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